Que nunca se deje de recordar
Alguien muy especial ha dejado un comentario en el artículo dedicado a Angélica, mi recordada Angélica. No quiero que quede perdido entre las miles de noticias y comentarios que se agolpan en esta página, así que voy a reproducir sus palabras aquí, porque muchos somos los que hablamos de aquellas personas, que no queremos que se olviden, que creemos necesario que sus nombres sigan sonando, que sus rostros se sigan dibujando en las mentes de todos, que nunca sean numeros. Nadie más especial que su madre, Florentina (un beso de corazon, Flory, aquí me tienes) :
"Carolina, querida Carolina y la enorme cantidad de Carolinas que desde el trágico 11M de 2004 estais llenando mi vida, la que parecía totalmente destruída para siempre, de amor, de esperanza, de ternura. Soy Florentina, Flory para los conocidos porque es más breve, la madre de la maravillosa, dulce y tierna Angélica, aquella criatura que era feliz pensando en que iba a cambiar el mundo con su sonrisa, la que me pedía que acudiese junto a ella a las manifestaciones contra la guerra de Irak, la que aquel triste día que nos enteramos que el trío de las Azores había decidido exterminar a un pueblo entero para "acabar" con el criminal dictador que los gobernaba (¿o simplemente era una excusa para obtener el control del petróleo?)me dijo muy seria y preocupada: "Mus, esto no me gusta nada. No nos va a traer nada bueno esta guerra". Pero no podíamos sospechar que nos iba a perjudicar tan directamente.
Nunca una foto para la autocomplacencia y la vanidad personal de figurar junto al todopoderoso Bush (usando alzas en el interior de los zapatos para no parecer tan bajito y que resaltase más el mostacho)fue de tan trágico coste. Los asesinos islamistas tuvieron la excusa perfecta para llevar a cabo su locura. Si el vanidoso hubiese sido el presidente de cualquier otro país, los asesinos se hubieran ido a ese país. Pero mi hija y los otros 190 inocentes no tenían coches blindados ni escoltas que los llevasen a su centro de estudios o trabajo o incluso a las discotecas de moda como a los hijos del Presidente de entonces.
Y aquí estoy yo, con la vida rota, sin esperanzas ni ilusiones. El día del primer aniversario me fui a Santa Eugenia en el mismo tren que fue mi hija el año anterior, con un libro igual al que ella iba leyendo "A sangre fría" de Capote, y una rosa roja. Cuando llegué a la estación me desplomé en el banco que ocupa el lugar justo donde explotó el vagón en el que viajaba mi hija y lloré amarga y desesperadamente porque me di cuenta que había perdido el último tren a la Felicidad porque la Felicidad era Angélica.Perdonadme por mi sinceridad y recibid todo mi afecto y el de mi dulce hija que está esperándome en el Cielo porque ella es y siempre fue un Ángel"
No hay palabras, duele hasta el aire de su ausencia.
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